domingo, 4 de octubre de 2009

La puta que te Carrió

Es una mujer que se convirtió en ícono de la lucha contra la corrupción, que asomaba como referente para la centroizquierda con un discurso inteligente y pragmático. Estas cualidades, quiero remarcar, sellaron su ingreso a la política en los años '90 y una parte del siglo 21, con un protagonismo femenino inusual luego de la devaluación sufrida por Graciela Fernández Meijide por el fracaso de la Alianza.
Mediática, constructora de frases altisonantes y atractivas por sus moralejas, supo usufructuar los vacíos dejados por la falta de referentes (supuestamente) progresistas. El tiempo la puso al desnudo y, de la mano de su autoritarismo, la empezó a mostrar tal cual era: una persona arrogante, personalista, construyendo, sin ninguna posibilidad de oir otras voces, agrupaciones políticas que iban y venían al compás de sus deseos. Y, como si esto fuera poco, sus argumentos devinieron en apologías bendecidas por la derecha argentina.
Ahora volvió a la palestra, luego de que vaya a saber que rincón del planeta la oscureció por un tiempo. Y para que nos acordáramos de ella, lanzó una de esas frases verborrágicas que nos paraliza y nos incita a la clase de yoga para que nuestro espíritu repose del estrés cotidiano.
Ayy Lilita, ¿la verdad? Me tenés recontrapodrido.

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