miércoles, 24 de junio de 2009

Cable a tierra

Finalmente anoche me rendí a los ruegos de mi amiga Julia y, de golpe y porrazo, aparecí mezclado con una veintena de hombres y mujeres en un playón de la calle Rivera Indarte bailando saya. Fueron dos horas intensas de ejercicios rítmicos y danzas corporales que me permitió expulsar transpiración pero también, que bueno decirlo, algunos dolores del alma acumulados. Hacia el final, pude dar mis primeros pasos de zamba con un revoloteo suave de pañuelo. Les puedo asegurar que regresé a casa muy feliz, luego de saborear unos tamales exquisitos. Agradezco a Julita (una mujer hermosa) su insistencia.

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