sábado, 22 de noviembre de 2008

De fondo

Sueño con que alguna vez en este país los partidos políticos definan sus relaciones por su carácter ideológico. Quiero decir, que exista una centroizquierda, una centroderecha y una izquierda mas radicalizada, como en muchos países del mundo donde sus democracias tienen, en general, la misma conformación de posguerra.
En Argentina esto no ocurre, y no deja de ser un problema sin resolver. Sino, observemos el caso del vicepresidente Julio Cobos que es vapuleado constantemente por las huestes del kirchnerismo como si, en un acto mágico o sobrenatural, hubiese aterrizado como compañero de fórmula de Cristina Kirchner. ¿Cómo es posible que alguien teñido de ideas conservadoras sea el segundo en importancia de un gobierno que, en teoría, se precia de su centroizquierda? ¿Hasta cuándo prevalecerán los parámetros de sumar votos como sea en lugar de buscar aliados ideológicos? ¿Qué es esto de un presidente que piensa distinto de su vice, o viceversa? ¿Qué locura ésta de que Cobos haya definido una votación de mucha importancia en disidencia con el mismo gobierno que integra?
El problema no es Cobos, es mucho más profundo y tiene relación con lo mencionado al inicio de la nota. Si esto no se corrige, seguirán existiendo traidores y provocadores.

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