domingo, 14 de diciembre de 2008

Sospechas

Soy un desconfiado por naturaleza. Debe ser por la experiencia (no mucha, pero suficiente) o esta manía que tenemos los periodistas de creer sólo la mitad de lo que sale a la superficie. Esto viene a cuenta por la solidaridad que despierta en buena parte de los argentinos los períodos de crisis económicas. De pronto, como si emergieran del fondo de la tierra, aparecen en el imaginario colectivo los desdichados sin trabajo, los que no llegan a fin de mes, los marginados sin obra social o los jubilados que ganan miserias. Yo, insisto en esto, sospecho que se trata de un artilugio que esconde, muy soterradamente, situaciones de desdicha personal. Somos solidarios en la medida que la situación afecta a nuestro propio bolsillo. Vea, cuando la situación empieza a mejorar, nos olvidamos que en el mundo hay hambre e injusticia social. Estoy harto de esta hipocrecía criolla que se viene repitiendo desde la instauración democrática.
A propósito, ¿que diablos hace este gobierno para garantizarme unas regias vacaciones en Punta del Este?

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