domingo, 18 de julio de 2010

¿Hasta cuándo?

El hombre de gorrito de lana y poncho rojo no es un cantante popular, mucho menos un político. Se trata del cura cordobés Nicolás Alessio celebrando misa al aire libre a pesar de que no puede hacerlo por la increíble sanción impuesta por el obispo Ñañez. El grave pecado cometido es haber actuado a favor de la igualdad de derechos entre parejas de distinto sexo y homosexuales, recién legitimada por el Congreso Nacional con una norma pionera en América Latina. Alessio fue sancionado por oponerse a la opinión de la jerarquía en un tema que no incluye cuestiones dogmáticas y que, por lo tanto, son totalmente discutibles. Claro, la jerarquía no quiere perder el poder simbólico que aún mantiene en mucha gente y entonces asoman curas como el nombrado que, a fuerza de coraje y dignidad, lo resisten.
Lamentable y doloroso, una vez más, el papel de los que mandan en la Iglesia. Eso sí, sacerdotes condenados por incitar a la tortura y asesinato como Von Wernich o acusados de pedofilia como Grassi continúan celebrando los sacramentos.

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