miércoles, 3 de febrero de 2010

A la buena de Dios

Esos rostros desencajados de dolor perpetuo, sumidos en la impotencia más atroz, reclamando por justicia, es el resultado de la verguenza argentina. 65 vidas cegadas por la tragedia de Lapa no podrán descansar en paz mientras haya jueces que, cuando se trata de personas con poder, se ponen la venda.
Así, con la impunidad a cuestas, seguiremos a la deriva cada vez que se nos ocurra subir a un vuelo de avión.

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