lunes, 1 de febrero de 2010

Chau, Eloy
























En ocasión de una visita a Córdoba, le preguntaron a Tomás Eloy Martínez si algunos capítulos de la hermosa novela Santa Evita eran reales o de ficción, y él, muy amable y seguro, respondió:
- No me crean nada de la primera a la última página.
Yo asocié esta respuesta a la necesidad que tiene la literatura de crear vínculos de complicidad entre autor-lector, especialmente cuando se trata de textos con adimentos ficcionales. El otro rasgo indispensable en las novelas es su capacidad de verosimilitud: es decir, que creamos como cierto algo que, en realidad, es una mentira.
Toda esta enorme capacidad narrativa voy a extrañar del escritor y periodista tucumano, fallecido ayer víctima de un cáncer.
Mientras el mundo sigue andando con cientos de imbéciles, nos despiden hombres extraordinarios como Tomás Eloy.

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