miércoles, 9 de septiembre de 2009

La Perla


Ayer, por vez primera, recorrí el predio del horror. Mientras observaba cada uno de sus espacios, traté de no forzar ningún sentimiento, quería que me brotara espontaneamente y lo logré: tuve una sensación de dolor intenso, de preguntarme cómo es posible que los cordobeses (y todo nuestro país) hayamos permitido semejante desprecio por la vida. Y que la historia reciente, porque tres décadas no son nada cuando de tragedias se trata, nos debería enseñar que el otro yo, o sea mi prójimo, no es mi enemigo aunque pensemos muy distinto. Que somos adversarios, aún cuando algunos nostálgicos sigan añorando las dictaduras.

No hay comentarios: