miércoles, 26 de agosto de 2009

Aznavour

Dado que ciertos atractivos sólo se cocinan en Buenos Aires, no me queda más remedio que, mientras escribo esta nota, escuchar en la compactera de mi compu las dulces melodías del cantante armenio-francés. Es cierto, no es el mismo, pero admitamos que con 84 pirulos hasta los mismos ángeles del cielo suelen susurrarnos frases con gusto a carraspera. Yo, de todos modos, levanto el volúmen del disco porque hay voces y tonos que huelen a eternidad.

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