jueves, 21 de julio de 2011

Pirincho

De algo estoy seguro: el hombre era un eterno desconfiado. Sobre los bancos, habrá dicho: después de lo del Corralito, a mí no me agarran más. O quizás, se acordó de algún ministro de Economía que predijo: el que apuesta al dólar pierde. Puede ser también que no confió en ningún familiar, menos en su colchón Suavegón. O, simplemente, iba de gran festichola sin que su mujer lo supiera.
Como bien decía el tango: "Cuando te pille la muerte...".

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