lunes, 4 de julio de 2011

Asco

Recuerdo que meses después de cumplir los 15 años River se coronó campeón argentino, cortando una racha de más de tres lustros. Ese mismo año, presencié personalmente como la Pepona Reinaldi le daba al Millonario el bicampeonato en el último minuto de juego. Con el correr del tiempo se me hizo costumbre los logros deportivos: gocé y sufrí como un hincha los triunfos y sinsabores de mi equipo favorito. Hasta que una helada tarde de julio, precisamente ayer, terminé de comprobar (caray, cómo si hiciese falta) que en este país ser poderoso es sinónimo, definitivamente, de impunidad. Y el no castigo discrimina, y la discriminación irrita, y el enojo concluye en sentimientos de asco.
Algún pensador dijo por ahí que, en términos de salud mental, hay dos tipos de nostalgias: una agradable y otra perjudicial. A esta altura de la vida, prefiero mirar hacia adelante...

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