miércoles, 8 de julio de 2009

Cuento

Aviso fúnebre

El hombre sorbió un trago de café negro, encendió su primer cigarrillo del día y, mirando por el postigo de la ventana, esperó paciente la llegada del diariero. El volumen de la radio sonaba parco, como si le faltaran pilas.
Cumplía con ese rito desde que alcanzó la soñada jubilación en la secretaría de Derechos Humanos. Aún no se explica cómo pudo soportar tantos años cumpliendo una función estresante como la de trabajar en una secretaría privada. Él reconoce que su templanza perdió unos cuantos kilos a manos de los nervios traicioneros que le abrieron un hueco estomacal y de los que, estaba seguro, ya no existían secuelas.
Sentado a la mesa de la cocina, se aprestaba a disfrutar la lectura del diario matinal La Voz del Interior, dejando atrás cicatrices del pasado. Se consideraba un tipo sano. El último chequeo médico sólo disparó algunas precauciones en el colesterol.
Algo más demorado que de costumbre, recibió por fin el periódico de fecha 2 de julio de 2009.
Tenía la costumbre de repasar rápido las informaciones de tapa para luego, bruscamente, internarse en las novedades sociales, muy en especial sobre las noticias fúnebres. No podía explicar porqué le atraían tanto. Sospecha que, semejante curiosidad, tiene que ver con aquella vez que descubrió la muerte de un amigo leyendo esa columna, una experiencia muy traumática que lo afectó por mucho tiempo.
El hombre, de él estamos hablando, encendió su segundo cigarrillo. “Mierda, creo que estoy fumando mucho”, disparó preocupado.
Comenzó a husmear los fallecimientos y participaciones, lo hacía en orden alfabético. Curiosamente, a las fotos las dejaba para el final.
Leyó: “Guevara, Omar. Falleció el 2-7-2009. Su familia invita al sepelio......” El retrato del deudo era exactamente el suyo.
Fue lo último que vio, antes de caer al suelo desparramando la tasa de café negro.

Curioso, días pasados le pregunté a un amigo de qué manera acostumbraba leer el diario y me respondió, jocoso: "Lo primero en hojear son los avisos fúnebres. Es una forma de saber si aún estoy vivo".
No pude aguantar: llegué a mi casa y se me ocurrió lo que ustedes acaban de leer.

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