Si mi hija Agustina viera esta foto, diría que el hombre tiene cara de tierno. Es cierto, son de esos rostros imposibles de asociarlos con algo feo, que parecen abrazarte y decirte, sin atajos, que la vida vale mucho más que nuestros infortunios pasajeros.
Se nos fue el enorme poeta uruguayo. En mi caso, entre otras hermosuras, me dejó La Tregua.
Hasta siempre Mario, gracias por tu fuego.
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