
Entre sus vecinos supimos saborearla caminándola, empecinados, una y otra vez. Uno hacía unos pocos pasos y las históricas veredas nos conducían al límite de su continuación, dándonos la ilusión de haber recorrido buena parte de la geografía cordobesa.
Como olvidarla, si un retoño de vida de estudiantes transcurrió en ella.
Hoy su nombre fue reemplazado por el de no sé qué poeta alemán. Pero quién de todos los que supimos amarla podrá dejar que la inquisición arquitectónica del nuevo milenio nos obligue a borrar el recuerdo de la calle Unión.
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