martes, 17 de marzo de 2009

Me tenés harto

De niño supo impactarme con su "shock" en una publicidad de jabón (creo que fue el primer desnudo que vi en mi vida); siendo adolescente (con todo el eros encima) me fulminó en una escena de sexo intenso junto a Carlos Monzón. Años después, la tildé de chica simpática e inocente hasta que en los '90, en el furor neoliberal argentino, salió a la luz implicada en el affaire de los autos para discapacitados mientras posaba glamorosa para la revista Caras (bastión de la opulencia y frivolidad del menemismo) Hoy, la diva, surge nuevamente reclamando paredón para la delincuencia luego de la muerte de su decorador, ofreciendo carne podrida a los medios y a gente de la derecha criolla que sale a las calles reclamando por mayor seguridad.
Mi niñéz y juventud quedaron atrás, y mi atracción por ella mutó en brutal enojo. No la soporto más, representa a una clase, la peor posible, que sólo se acuerda de su prójimo cuando está en juego una ofensa personal.
Chau Susana, dejáme en paz.

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