viernes, 16 de enero de 2009

Jáchal

Al oeste de la provincia de San Juan, a unos 150 kilómetros de la capital, se alza una ciudad exclava de sus cerros, valles y lagos que, extrañamente, presume de su condición de rehén. Es más, a medida que uno se interna en sus alrededores, tiene la sensación de que la atmósfera nos va demonizando, seduciéndonos de tal manera, que se hace imposible huir. Es como el primer beso de la primera novia, nos deja marcados para siempre. Y si por casualidad la templanza intenta hacerse añicos y creemos que las cadenas necesitan romperse para suponernos más libres, les juro que el aire, con aromas de una tonada azul, nos vuelve a meter entre rejas. Quedamos, entonces, prisioneros de una belleza revestida de todos los colores imaginados, de un silencio como atragantado y tanto vino exquisitamente saboreado, que, les juro, pagaría lo que fuese para que la sentencia me dicte la cadena perpetua.
Esta ciudad sanjuanina se llama Jáchal y tuve la dicha de disfrutarla una semana, recorriendo el Valle de Huaco (emblema del poeta Buenaventura Luna), la Huerta de Huachi y la Cuesta del Viento, envuelta en su lago verde esmeralda que desparrama la Garganta del Río Jáchal.
Eternamente gracias a mi amigo Daniel "Chato Díaz" y a toda su familia que me cobijaron junto a mi esposa Beatriz.
Si usted compadre, necesita ganar la libertad de las grandes urbes, arrímese por esta zona jachallera. ¡Qué lo parió, cuánto éxtasis!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algo de lo muy contento que usted había regresado de allí me han contado... Sucede que los vecimos somos un tanto chismosos.
Qué lindo cuando uno descubre esos lugares que nos llenan el alma! Me alegro por vos y por Beatriz!

Gaby ( La vecina de Letras)