viernes, 31 de octubre de 2008

25 años

Cuando te fuistes, Gustavito, la primavera alfonsinista devenía otoñal. Habían pasado cuatro años de la vuelta a la democracia y aún conservábamos mucha esperanza. Se respiraban aires de libertad. El peronismo no soportaba (hoy tampoco) la ausencia de poder. Un golpe de mercado eyectó al radicalismo. Después vino otro país, el liberalismo económico mutó en barniz democrático y arrasó con toda dignidad. Desapareció el socialismo real. Las comunicaciones y las nuevas tecnologías se adueñaron del mundo (y de los argentinos) América Latina es, actualmente, el continente menos equitativo de la tierra. Hizo eclosión el capitalismo financiero.
Han transcurrido 25 años de vida institucional.
Argentina no es el país que soñastes, Gustavito.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Humor

Brillante resúmen sobre los alcances de la estatización de los fondos de pensión. Por si nos les quedaba claro la verdadera intención de los pulpos económicos, observen este dibujo de los maestros Rudy & Paz en el diario Página/12.

La información en Córdoba

Que bueno encontrar colegas con una visión tan clara de lo que ocurre actualmente en (y con) los medios de difusión en Córdoba y el rol de los periodistas locales. Básicamente, la ausencia de un periodismo de investigación que enfrente al poder, porque es evidente que éste siempre se esmera en ocultar hechos que terminan afectando a la opinión pública y se la impide gozar de su principal derecho que es el libre acceso a la información (o, lo que es lo mismo, a mantenerse informada) En una entrevista muy interesante, mi amigo Sergio Carreras se hace eco de esta problemática y desnuda, sin pelos en la lengua, su crítica posición de esta realidad comunicacional. Como corolario, les sugiero prestar atención a su visión respecto de la radio Cadena Tres (Condena Tres, le llaman algunos) lamentablemente, para mí, la más escuchada en Córdoba y en muchas otras provincias. VER
En otro aspecto, les cuento que Sergio se postula como principal candidato de la lista opositora para las próximas elecciones del 20 de noviembre en el gremio de prensa. ¡Vamos dolorense amigo, todavía!

jueves, 23 de octubre de 2008

Fondos de pensión

Luego de 14 años el Estado, no el gobierno, recuperó el aporte de dinero que los trabajadores realizan para sus futuras jubilaciones. Me parece una excelente medida, porque reconstruye el sistema solidario que debe existir entre activos y pasivos y le arrebata a los dueños de los bancos la posibilidad de seguir haciendo pingues negocios personales con plata que no les pertenece. Qué hará el Estado con los fondos expropiados no es lo más relevante, aunque es de esperar que sean los mismos trabajadores, junto a otros organismos de control, los encargados de garantizar su destino final. Para mí, lo fundamental es que este importante ahorro público dejó de ser el curro de unos pocos atorrantes privados. No es casual la reacción del sistema financiero local, con la fuerte caída de la Bolsa en alrededor del 20%.
Al respecto, me gustó este artículo de Alfredo Zaiat.

martes, 21 de octubre de 2008

Lunita

Un nuevo lauro para la familia Jacobo. En este caso, déjenme presumir con una mente que se las trae. Se llama Luna, hija de mi sobrino Marco que, haciendo honor a su hermoso nombre, se dedica a iluminarnos con complejas operaciones matemáticas y va a representar a Córdoba en las Olimpíadas que se realizarán próximamente en Mar del Plata, luego de sortear muchos escollos con participantes a nivel escolar de toda la Provincia.
A ver...mi parentesco con Lunita sería el de ¿tío abuelo? Bueno, vaya pues mi homenaje para esta ¿sobrina nieta?
Sea lo que sea, estoy muy orgulloso de vos.

Cuentos

Luego de siete años de publicar mi primer y único libro de cuentos, Siete Pecados Dolorenses, basado en los pecados capitales, elegí los que más me gustaron (de un total de veintiuno) y decidí reescribirlos y subirlos al blog. Me atrapó la idea luego del consejo de un sobrino y me pareció la mejor ocasión para pulirlos, mejorarlos, darles un toquecito de redacción y gramática de los que carecía en el 2001. Aquella vez se trató de una experiencia riquisima, que permitió mi nacimiento a ese mundo tan apasionante que significa contar historias y hacerlas conocer.
Va entonces una muestra de mi inconciencia narrativa para gozo o desdicha de ustedes.

La Soberbia

La desdicha de ser inmortal

Después de dos o tres muertes recién pudo comprobar que su vida orgánica sería una repetición milagrosa a lo largo de la historia. Y tenía la particularidad de que esa repentina resurrección ocurría tras varias generaciones, no muchas, convirtiéndolo, no sólo en un nuevo protagonista del contexto al que arribaba, sino en un hombre del que nadie oyó hablar anteriormente. Era como que nacía de nuevo, transformando ese anonimato en la mejor garantía de no quedar al descubierto y aumentando, en forma desproporcionada, su desmesura de creerse invencible.
Los que han intentado reconstruir el cuándo apareció Rómulo Libaak en el Valle de Traslasierra se remontan a los albores de la fundación de Villa Dolores, allá por 1853, cuando aún las luchas institucionales parecían no tener fin. Teniendo como objetivo derribar la hegemonía de los terratenientes españoles (y su descendencia), creídos dueños del extensísimo valle, Libaak supo alistarse como voluntario en filas federales. Su figura altanera, de una suficiencia poco común, sobresalía nítidamente de entre el resto de la tropa y llamaba la atención que después de cruentos enfrentamientos, su cuerpo parecía, en principio, inmune a cualquier tipo de rasguño. Era como cicatrizarse en forma permanente.
La batalla de Villa Dolores, en el otoño de 1863, fue extremadamente cruel. Las facciones parecían ignorar que existía una ley fundamental que, en la letra, les otorgaba a las provincias su ansiada autonomía. Pero en el oeste cordobés, los caudillos y sus montoneras, al servicio de la causa federal, hacían estragos las ilusiones de los capataces por tratar de aferrarse a sus posesiones mal habidas manejadas desde el Río de la Plata a través de sus testaferros.
De esa guerra, unas de las más decisivas del valle serrano, participó activamente Rómulo Libaak, quién, ignorando las misteriosas transgresiones de su cuerpo a los límites de la condición humana, inscribió su nombre en la historia dolorense con marcado heroísmo. Su único fin era el de echar a patadas la soberbia española de estas fructíferas tierras. Claro que, luego de transcurrido más de un siglo, las miles de hectáreas jamás fueron socializadas y siguen a cargo de un reducido grupo de familias del oeste cordobés.Ese combate decisivo significó el eterno comienzo de unas ráfagas de muerte en la vida de Rómulo Libaak. Porque según el relato del testigo ocular Florencio Sánchez, jefe del escuadrón criollo, Libaak recibió un mortífero disparo de fusil en su corazón y, dadas sus épicas intervenciones, fue enterrado en el cementerio dolorense con todos los honores.Aún así, Rómulo seguía sin asimilar que la ansiada eternidad es una prerrogativa del alma y no del frágil y limitado cuerpo humano. Luego de que una feroz epidemia de fiebre tifoidea, en las postrimerías del nuevo siglo, consumiera una porción importante de vecinos (incluida la suya), Rómulo Libaak, protagonista de otra etapa en la historia de Traslasierra, comenzó a intuir con ínfulas de elegido que su vida (¿su vida?) semejaba a miles de vagones de un tren en una ciudad que crecía vertiginosamente por el paso del ferrocarril y la importancia de su centro comercial.
Rómulo Libaak fue también protagonista de la aparición y consolidación del peronismo a lo largo y ancho de la Argentina, en los años ´40 y ´50, mientras abrazaba con pasión la causa justicialista como delegado municipal. Eran épocas de mucho desencuentro político, trasuntado en las primeras pulseadas entre militantes del general Perón y feligreses católicos, luego de la quema de iglesias y la obligatoriedad de la enseñanza laica en las escuelas.
Esa tirantez, reflejada en los hombres apostados en el edificio del templo parroquial dolorense en resguardo de la amenaza peronista, lo encontró a Libaak como testigo histórico. Desde bien arriba de su ego miraba con displicencia la frágil humanidad del resto, y en lugar de cuestionarse porqué justamente él debía ser el encargado de cargar encima ese misterioso e incomprensible don de no morirse nunca, trataba de saborear con creces cada momento que la historia le reservaba como protagonista. Y éste era uno de ellos. Por eso, sin pensarlo demasiado, y reconociendo que su inmortalidad estaba a la vuelta de la esquina, se preparó para la lucha sin cuartel contra esos creyentes dolorenses que se obstinaban en desconocer la causa peronista. Y en su loca arremetida contra el templo parroquial, abrazando un par de antorchas y combustible, no se dio cuenta de que el certero impacto de una bala (otra vez un insignificante proyectil) le destrozó su pecho y que, en lugar de sangre, como es natural, parecía brotarle más entusiasmo por vivir. Como si en lugar de matarlo, le hubiese inyectado un manantial de historias pasadas y futuras, que en reemplazo del clásico desgarramiento humano porque la muerte le tocaba la puerta, habitara en él una descomunal savia de vida. A Rómulo Libaak, aún sabiendo que se moría, lo tranquilizaba la certeza de que, como el General, seguiría viviendo para siempre.
Y tan acertadas fueron sus premoniciones que diecisiete años después, en un lluvioso mes de noviembre de 1972, volvieron a trabajar juntos por la causa de los trabajadores. Un eterno dolorense disimulaba su presencia junto al gremialista José Rucci, quién, con altanería, evitaba con su paraguas que Juan Perón se mojara a su regreso del exilio español. "El peronismo es una criatura del General. Yo soy su embrión”, se jactaba Libaak.
Pero a pesar de sentirse feliz por sus celos a la causa justicialista, luego de años de ostracismo y persecuciones, Rómulo Libaak comenzó a despedir síntomas de abatimiento. No se trataba del desgaste físico por el transcurrir del tiempo, ni de la vejez orgánica que imprime la naturaleza. Muy por el contrario, comenzó a entender que una vida con un futuro permanente, de un eterno presente, implacable y reproducida sin su consentimiento, significaba la agonía más atroz. Que aún esforzándose por darle a su inmortalidad un sesgo protagónico que tantas veces le sirvió para aumentar su arrogancia, se percató, con una tristeza diáfana, que estaba solo. Que el devenir de los acontecimientos futuros no se desprendería jamás de él. Y esa, casualmente, era su celda. Sin familia, sin una mujer, sin amigos permanentes, y con la terrible ausencia de los sueños, las sanas utopías de todos los dolorenses.
En los años posteriores a su reconocimiento de hombre inmortal, mientras las hojas de los almanaques se consumían como el verdor en pleno otoño, Rómulo Libaak cargó sobre sus espaldas ese misterioso hartazgo, consciente de no saber a dónde carajos iba. Y los futuros de los futuros lo encontraron penando sin una maldita mierda que hacer. Quizás, lo peor de todo, aquello extremadamente cruel, haya sido su irrefrenable necesidad de morirse y que, en Rómulo Libaak, nunca llegó a consumarse.

viernes, 17 de octubre de 2008

Bochornoso

Anoche asistí a una charla a cargo de tres empleados y técnicos del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), venidos desde Capital Federal. Ciertamente, resultó muy reveladora de la penosa situación que se vive en el organismo estatal, aún intervenido, y en el que pululan patotas de funcionarios (Moreno, incluído) con el único fin de impedir que se conozca la verdad. Es una verguenza que se recurra a la mentira y al autoritarismo exacerbado para ocultar, en términos de números y estadísticas, la realidad socioeconómica de la Argentina. Nada se sabe sobre la distribución del ingreso, no existen datos confiables de la pobreza ni tampoco de la verdadera inflación. Todo está manipulado políticamente. Una barra brava se ha hecho cargo de un organismo prestigioso, borrando groseramente a personas y profesionales competentes que son, en última instancia, los verdaderos perjudicados. Todo un bochorno de un gobierno democrático que hace alarde de su centroizquierda.

jueves, 9 de octubre de 2008

Justicia para perejiles II

La haré muy corta. Retomo el irritante asunto de la justicia en Argentina y su benevolencia para juzgar a las personas que detentan algún tipo de poder, en oposición a la celeridad que muestra a la hora de encarcelar al común de los mortales (es decir, a nosotros). Va una muestra más de esa impunidad.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Justicia para perejiles

Es cierto, robar es un verbo que no suena bien, implica apoderarse de algo que le pertenece al prójimo para, posteriormente, disfrutarlo como si fuera propio. Ver
Suena pésimo aún, como categoría moral, que este hecho sea ejecutado por personas que se amparan en sus fueros, sean éstos políticos, jurídicos o de clase y encima, lo que es infinitamente peor, resulten favorecidos por la impunidad. En Argentina lo vivimos a diario.
En este aspecto mi país, jurídicamente, es una enorme cloaca.
A pesar de mis loables esfuerzos, no puedo pensarlo (ni proyectarlo) como una tierra que trata a todos por igual.
Me da asco.

Poema

Este es un hermoso poema, de autor desconocido, que le envió una amiga cordobesa a mi hermana Graciela a propósito del fallecimiento de mi madre. Es como si la misma Julita lo hubiera dictado.

"Duerman hijas mías.
Miren entre las ramas, está dormido el viento.
Duerman, si al despertar no me encuentran,
yo les hablaré a lo lejos.
Una aurora sin sol vendrá a dejarles,
entre mis labios, mi invisible beso.
Duerman, me llaman,
concilien el sueño"

lunes, 6 de octubre de 2008

Ética periodística

Pregunta: ¿Cuáles son los límites de la llamada ética periodística? Los manuales de comunicación enseñan que el periodismo objetivo no existe, sino que prevalece un periodismo responsable y ético. Volviendo al interrogante inicial, y teniendo como premisa la definición anterior, les digo que me cayó pésimamente mal la entrevista que reprodujo el diario Crítica de la Argentina al ex obispo castrense Antonio Baseotto (Ver)
Con argumentos falsos, sin un mínimo de consistencia moral, el cura insiste en proclamar su apología del Terrorismo de Estado negando, entre otras malas hierbas, que hubieran existido los vuelos de la muerte durante la última dictadura. No debemos olvidar que se trata del mismo clérigo que hace tres años proclamó, metafóricamente, su deseo de que "a los que escandalizan a los pequeños merecen que les cuelguen una piedra de molino al cuello y los tiren al mar", luego de que el ministro de Salud, Ginés González García, opinara sobre la necesidad de despenalizar el aborto.
Esta entrevista, de un medio que se ufana precisamente de trabajar en favor de la ética, me recuerda aquél nefasto programa televisivo en donde Mariano Grondona juntó al represor Miguel Etchecolatz con el maestro socialista Alfredo Bravo (torturador y torturado), con la excusa de escuchar las dos campanas de una misma historia. Si mal no recuerdo, Bravo tuvo luego una indisposición cardíaca.
Además, no veo que valor tiene seguir dando espacio a personajes siniestros, justamente en un contexto político donde se está haciendo justicia con el pasado genocidio militar.
En fin, querido Jorge Lanata (director del matutino), creo que esta vez te equivocaste muy feo.

viernes, 3 de octubre de 2008

Prejuicios siglo 21

¡Qué cosa los prejuicios, che!, del envoltorio que sean. Son, a mi modesto saber, estúpidos esquemas mentales y/o ideológicos y/o religiosos que nos impiden darnos una tregua y disfrutar de los resquicios que nos ofrece esta vida repleta de estrés, colesterol alto y nervios de punta.
Con el fin, entonces, de tirar por la borda estas amenazas contemporáneas, me propuse seguir la serie llamada 24 con el rol protagónico del rubio Kiefer Sutherland, hijo del actor canadiense Donald Sutherland (recuerdo su enorme papel como fascista en el film Novecento, de Bernardo Bertolucci). Sigo: la verdad es que me atrapó esta historia por su espectacular montaje, creatividad y recursos, ya que cada temporada se inicia y se resuelve en un solo día (de ahí su nombre). Y acá es donde entramos al tema de los malditos prejuicios. Que se trata de una serie norteamericana, que la pueden hacer porque la industria cinematográfica mueve millones de dólares, que son historias yanquis que nada tienen que ver con la realidad latinoamericana, que son formas de dominación cultural, bla, bla, bla.
La cuestión es que yo, dispuesto a ser engullido mansamente por el sistema imperialista que nada deja en pie, me senté, cigarrillo y vinito de por medio, a deleitarme con esta brillante ocurrencia televisiva.
Eso sí, tomé precauciones. De mi espalda colgaba un cartelito escrito en letras rojo fuego: "Prejuicios, go home".