jueves, 18 de agosto de 2011

Previsibles

Ocurrió que el hombre decidió vivir en un país (al que ama) que le ofreciera absoluta previsibilidad (¡oh, qué término tan largo para ofrecer tanto gris!) Él sólo reclamaba que las instituciones encargadas de hacer previsible lo imprevisible (¡madre mía, qué juego de ibles...!), es decir: los gobiernos, la justicia, el sistema educativo, los intelectuales, los medios de comunicación y el resto le allanaran su visión del mundo, o sea, le confirmaran sus valores y su ideología. Pero ocurrió que el hombre, después de casi treinta años de democracia, tiene su cabeza (y su corazón) con tantas dudas que, por vez primera, se siente con ganas de vivir en un país (al que sigue amando) que le otorgue esta vez previsibilidad (¡oh, qué término tan largo para tanta imprevisibilidad!) y, de ese modo, transmitirle a sus hijos y nietos la esperanza de un país algo previsible.

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